Hay una capacidad que yace en el corazón de cualquier persona o comunidad: la de ver a los demás —en su sentido más profundo— y hacerlos sentir valorados, respetados y comprendidos. Sin embargo, a nuestro alrededor hay personas que se sienten invisibles en una sociedad fragmentada, hostil e insensible al sufrimiento. David Brooks se nutre de la psicología y la neurociencia, así como del teatro, la filosofía y la historia para ofrecer un enfoque esperanzador sobre la conexión humana que nos enseña a realizar acciones concretas, pequeñas pero significativas: ser un buen oyente, pedir y ofrecer perdón, sentarse con quien sufre, mirar las cosas desde la perspectiva del otro… En pocas palabras: ser más comprensivos —y compasivos— con nuestros semejantes.