COZAR, BEATRIZ / VALLEJO, GONZALO M.
Transcurridos tres años desde el comienzo de la invasión, la guerra de Ucrania ha girado definitivamente del lado ruso, si bien esto no se ha reflejado en grandes avances sobre el terreno. La apuesta por las armas de precisión de largo alcance, cada vez más baratas, por trasladar los costes de la guerra hacia los aliados de Kiev, así como los esfuerzos por dividirlos y por explotar el cansancio de guerra o la disposición a sacrificar miles de vidas para obtener pequeñas ganancias territoriales, han dado su fruto, dejando a Rusia en una posición mucho más fuerte que uno o dos años atrás. Ucrania, obligada a permanecer en defensiva estratégica tras las batallas de Bajmut y Avdíivka, ha intentado compensar su debilidad buscando efectos estratégicos mediante ataques a las refinerías rusas y a través de una ofensiva sobre la región rusa de Kursk. Una acción arriesgada que podría haber tenido muchos más costes que beneficios, dando la puntilla a sus posibilidades de cerrar el conflicto con una victoria militar en un contexto marcado por sus crecientes problemas humanos y materiales y por la complicada situación in