La filosofía política continental ha permanecido atenazada por una posición ahistórica y antiinstitucional que tiene en la obra de Heidegger su principal fuente inspiradora, aunque también se explica por la fascinación que todavía suscitan las revoluciones y cierta clase de movimientos políticos. Sin embargo, en las últimas décadas se ha abierto paso la conciencia de que es indispensable reflexionar sobre la legitimidad y la necesidad de las instituciones para la vida. Los diez ensayos que componen este libro reflejan una forma de ejercer la práctica filosófica que evita las unilateralidades asociadas al pensamiento antiinstitucional: el ensimismamiento, la esterilidad, la irrelevancia política, y el estilo que se suele asociar a ellas: retórica enrevesada, críptica y, en último término, inane. Cada uno de los ensayos aquí reunidos desarrolla un enfoque sobre diferentes aspectos de las praxis instituyentes y las instituciones, remitiendo siempre al presente concreto y desterrando la idea –tan dañina– de que solo las prácticas destituyentes y constituyentes tienen interés político y filosófico.