Los textos de El lector desmemoriado, escritos por un bibliofrénico, se
interesan por el libro en general y por algunos libros en particular. Si unas
veces nacen del sentimiento, en otras ocasiones revelan un peculiar sentido
del humor. Para que nada falte, el autor puede presumir, y presume, de una
desmemoria privilegiada.
Lo llamativo de estos textos es que invitan a pensar en el doble sentido que se
crea, y en las múltiples interpretaciones que surgen, de resultas de un hecho
concreto: un lector compulsivo, amante de la literatura en casi todos sus
géneros, se convierte a la vez en el escritor que reflexiona sobre los
recuerdos, pocos, y las inquietudes del lector, que es él mismo.