Hace algo más de una década, la economía española estaba devastada por la crisis, se había iniciado el procés y comenzaba a generarse el malestar que transformaría profundamente la política de nuestro país. En ese contexto, un grupo informal de jóvenes amigos -economistas, políticos, periodistas, editores, politólogos- empezaron a compartir ideas y, cada uno en su ámbito, a pensar qué podían aportar a la modernización de España: ¿qué medidas económicas podían sacarnos de una situación desesperada? ¿Cómo deberían ser los partidos y los periódicos para resultar más útiles y eficientes? ¿Cuáles eran las ideas que hasta entonces habían servido a la democracia española pero debían ser sustituidas o renovadas? Este grupo de jóvenes pensó que, a pesar de sus discrepancias, serían capaces de poner en práctica esas ideas. Y en cierto momento eso pareció posible. Pero a partir de 2018, a raíz de la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia, ese grupo no solo empezó a disgregarse, sino que muchos de sus miembros se enfrentaron abiertamente y en público, dejando claro que esa vía de modernización era imposible en la España actual, más polarizada y partidista que en cualquier otro momento de las últimas décadas.
Esta es la historia de su fracaso.Sobre La trampa del optimismo la crítica dijo:
«Brillantísimo».
Jordi Amat, La Vanguardia «Un ensayo excepcional, tan profundo como irónico y adictivo, sobre la gran década del optimismo occidental».
Daniel Arjona, El ConfidencialDe La revolución divertida se dijo:
«Abordar el análisis de todo este cúmulo de paradojas no es empresa sencilla, pero lo ha logrado con éxito Ramón González Férriz, un periodista de talento, en un breve libro cuyo título, La revolución divertida: cincuenta años de política pop, puede hacer pensar en que se trata de un divertimento frívolo, pero que en realidad es uno de los ensayos más serios e inteligentes que he leído últimamente, aunque divertido también lo es».
Juan Avilés, El Cultural«Utiliza una escritura suelta, pero no trivial, irónica pero no sarcástica. Nos encontramos, en suma, frente a un ensayo serio y asequible, que acude a fuentes más que documentadas. Un ensayo que compaña a una demolición de lo oficial, de lo que creíamos inmutable, quelentamente crece en nuestra sociedad. Una demolición que pretende una España más flexible, mucho más próspera».
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