Bilbao, principios de siglo XX. La bonanza económica que conllevó la imparcialidad de España en la Primera Guerra Mundial no ha repercutido en mejoras en la calidad de vida de la clase trabajadora. Las condiciones laborales y la situación de sus familias son insostenibles y la huelga en el sector siderúrgico es inevitable. Fermín Olarte, un tornero y sindicalista en una de aquellas grandes industrias que poblaron la margen izquierda, toma parte activa en la huelga. Desde su visión esperanzada pero crítica de la lucha diaria, ve al mismo tiempo cómo su vida personal se viene abajo. Su propia lucha personal e interna se interpone en la lucha política y sindical.