La infancia es una casa misteriosa: la abandonamos conforme crecemos, o cuando ya no tenemos más que ofrecerle, ella misma nos echa. La escritora Silvia Rins la evoca e invoca en treinta poemas en prosa donde la magia del juego y la imaginación impregnan la realidad cotidiana, mientras que la pintora Charo Mur recrea con sus ilustraciones este universo onírico y simbólico poblado por brujas y hadas, ogros y duendes, monstruos, fantasmas y amigos invisibles; objetos con vida propia, como cucharillas, mesas, relojes; o fábulas modernas de hormigas, gusanos, ranas, perros o caracoles, donde se ponen de manifiesto las incertezas, la rebeldía y las contradicciones de hacerse mayor.