Una cálida tarde de verano, el cuerpo sin vida del pequeño Mikey Driscoll es descubierto en un parterre y rodeado por un collar de flores silvestres. Tenía once años. Para la inspectora Lottie Parker, el caso es personal: Mikey era uno de los mejores amigos de su hijo Sean. La inspectora pronto descubre que su hijo no le está contando toda la verdad, y no sabe a quién protege y por qué.