El aimaginario de Gracq procura moverse en la más profunda intimidad del lenguaje. Desde luego, si hay algo evidente en esta escritura es la relación con la lengua, que en su caso es del todo abierta; se vuelve decididamente perceptiva; en el sentido de que la palabra deja de ser el instrumento que uno usa cotidianamente y se convierte en otra cosa, una invocación, un sutil engendramiento, o un conjuro. Las Sirtes ha de verse como un reino sombrío y espectral, un finisterre dominado por una especie de genius loci o viejo dios cansado. Su viaje iniciático a las Sirtes ha desatado en él lo que podemos denominar "la pasión bárbara": la cuestion de lo otro. que lo llama y lo seduce, de una forma por completo irracional, exaltada, ciego como en un arrebato de amor.