Decir lo que sentimos y sentir lo que decimos es conciliar las palabras con la mente. La experiencia filosófica es un camino para zarandear nuestras corazas, desvelar nuestros miedos y atender a nuestra libertad interna. Un camino abierto al que, constantemente, todos estamos invitados. Poder hacer el camino hacia nosotros mismos implica trascender nuestras creencias y abrirnos a un espacio de mayor libertad.