El laureado Premio Nobel de la Paz, Su Santidad el Dalai Lama, y el arzobispo Desmond Tutu han sobrevivido a más de cincuenta años de exilio, a varias persecuciones e incluso a situaciones de desgarradora violencia. A pesar de sus sufrimientos -o como ellos dirían, «gracias a ellos»- son dos de las personas más alegres del planeta. En abril del año 2015, el arzobispo Tutu viajó a casa del Dalai Lama en Dharamsala, India, para acompañarlo en la celebración de su ochenta aniversario. Aprovechando la ocasión se dispusieron a crear algo que, esperaban, se convirtiera en un regalo para otros. Mirando atrás en sus largas vidas se propusieron responder a una única y candente pregunta: ¿Cómo podemos encontrar la alegría mientras afrontamos el inevitable sufrimiento de la vida?En el transcurso de aquella semana, ambos intercambiaron historias, bromearon y compartieron sus prácticas espirituales. Tras esos días llenos de risas, y algunas lágrimas, estos dos héroes mundiales miraron en el abismo y la desesperación de nuestros tiempos y encontraron la manera de vivir una