Manga Ranglan, personaje que el autor rescata de su primera novela, continúa su aventura en esa condición de personalidad desdoblada. Observación, contemplación y meditación en mitad de la urbe. Desesperación provocada por la lejanía de lo naturalmente bello. Entre ensoñaciones y recuerdos que inundan su memoria, lee a los clásicos para actualizarse y escribe para enriquecer su alma. Un día, la presencia de una enigmática mujer le sorprende de camino a las basuras. En esta original novela, el autor, nunca exento de humor, describe una vez más el escenario distópico del mundo actual. El resultado posee un bellísimo fondo artístico de gran singularidad literaria. Eduardo Iglesias escribe con aliento poético. Una prosa ágil y directa, mezcla de un realismo casi cartográfico con un clima general evanescente. Pocos narradores actuales van tan a su aire y mantienen con semejante tenacidad su fe en que la literatura es un intrínseco acto de creación. SANTOS SANZ VILLANUEVA