En las profundidades del desierto de Egipto fue enterrado un evangelio, tan antiguo y auténtico como cualquiera de los evangelios que recoge la biblia cristiana. En el siglo IV un edicto anunció que todas sus copias debían ser destruidas. Afortunadamente, algunos monjes rebeldes fueron lo suficientemente sabios como para negarse, y gracias a su desobediencia y coraje espiritual hoy tenemos varios manuscritos del único evangelio escrito por una mujer: El Evangelio de María Magdalena El Evangelio de María revela un amor radical que reside en el corazón de la historia cristiana. En su evangelio se afirma que no somos pecadores; que no debemos sentirnos avergonzados ni indignos de ser humanos. De hecho, nuestro propósito es ser plenamente humanos, ser ‘un verdadero ser humano’. Y esto significa reconocer que sí, que nuestro ego es confuso y tiene límites. Sin embargo, nuestra alma es ilimitada. Y todo lo que debemos hacer es dirigir nuestra atención hacia nuestro interior (una y otra vez); y, como nos enseña su evangelio, meditar como María Magdalena para poder ver más allá del ego de nuestras pequeñas vidas