Romper las normas nunca sentó tan bien A Diana Dixon se le presenta un verano movidito:
es una animadora que está ensayando para un concurso de bailes de salón, hace malabarismos con dos trabajos y lidia con un exnovio que no entiende que ya no son pareja.
Desde luego, no tiene tiempo que perder con Shane Lindley, su nuevo vecino, un jugador de hockey prepotente y con fama de rompecorazones. Para que la convivencia sea pacífica, habrá que instaurar algunas normas: nada de fiestas y, sobre todo, ningún contacto entre ellos.
Pero cuando Shane decide fingir que tiene novia para poner celosa a su ex, ¿quién mejor que su vecina descarada para interpretar el papel Diana se muestra reticente, eso implicaría romper sus propias normas, pero al final accede.