Cuando el revolucionario ruso Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido por su nom de guerre, León Trotsky, murió asesinado, dejó inconclusa la que sería su obra maestra: nada más ni nada menos que la biografía de su viejo rival en la política bolchevique, el hombre que había maniobrado hasta usurpar el poder en el régimen nacido del levantamiento de octubre, y el que terminó por ordenar el asesinato a traición de su sagaz biógrafo. Trotsky murió sin concluir el retrato a profundidad de Iósif Vissariónovich Dzhugasgvili, recordado en los anales de la infamia mundial con el alias de Iósif Stalin.
Este texto fue encomendado a Trotsky por un editor estadounidense, pero el traductor original trastocó el manuscrito y agregó extensos comentarios - que aparecieron enteros a pesar de as protestas de Natalia Sedova, viuda de Trotsky, y de sus colaboradores - que distorsionaron aún más su sentido. Tuvieron que pasar décadas para que un equipo de trotskistas devotos coordinara un esfuerzo internacional para recuperar los manuscritos originale,s ordenarlos y traducirlos bajo la dirección del historiador británico Alan Woods.
El libro es, sin duda, un añadido indispensable a cualquier biblioteca marxista; sirve además como testamento intelectual de una de las figuras más dascinantes y definitivas del siglo pasado.