Tres características determinaron la existencia de Walt Disney: la tenacidad, la búsqueda de la
excelencia y la preocupación por el bienestar de los demás. Su triunfo personal y el de su obra, que
perdurará durante decenios, se debe a estos elementos, conjuntados. A lo largo de sus sesenta y cinco
años, Walter Elias Disney luchó incansablemente para lograr sus sueños. Tuvo la fortuna de ver
realizados la mayoría de ellos, y consiguió que su equipo siguiera soñando y trabajando en la misma
línea, tras su desaparición en 1966.
Casi sesenta años después de su muerte, Walt Disney sigue siendo un personaje amigable,
apasionante, ejemplar. De ello es testimonio la amena y documentada biografía escrita por Bob
Thomas, que conoció al genio, estudió su vida y su obra, trató con sus colaboradores y mantuvo
estrecho contacto con su familia. Además de presentarnos la vida íntima de uno de los personajes más originales de este siglo, esta obra descubre una de las facetas más desconocidas de Disney: la del
hombre de empresa que supo crear una organización firme y original.
Publicada en 1976, Walt Disney: Un americano original sigue siendo una referencia obligada para
entender el impacto de Disney en la cultura mundial. El diario The New York Times hizo este comentario necrológico: «Walt Disney estuvo dotado de una gran imaginación que abarcaba los sueños de todos, y mantuvo un terco propósito de triunfar. Tuvo el genio de la innovación, su trabajo fue fecundo, ejerció el control personal sobre su creciente empresa y atendió siempre al interés del público... Fue una leyenda en su propio tiempo, y por ello se le honró muchas veces. Sin embargo, nada de esto dice todo lo que fue Walt Disney...»