Balestrini no quiere limitarse a describir la violencia, sino que aspira a ilustrarla: esto es a iluminarla, representarla y ejemplificarla, de tal forma que la violencia que impregna cada célula del tejido social en unos tiempos convulsos repercuta o resuene en el tratamiento al que se somete a los materiales lingüísticos, y a la inversa. El acto poético y la acción política, en fin, como vasos comunicantes.