Esta es una historia sencilla. Un hombre de treinta y siete años perteneciente a una minoría es asesinado a tiros en la granja familiar por las fuerzas de elite de la Gendarmería francesa. Ante estos hechos se enfrentaron dos versiones: la de los gendarmes, que alegaron defensa propia, y la de los padres presentes en el lugar de los hechos, que la impugnaron. Se abrió una investigación judicial que terminó con el sobreseimiento del caso, confirmado en apelación. Sin embargo, la familia y sus partidarios siguieron luchando, exigiendo justicia y verdad. Reexaminando los documentos del caso y entrevistando a los protagonistas de la tragedia, Didier Fassin presenta una contrainvestigación que da el mismo crédito a todos los relatos. Para dar cuenta de ello, Muerte de un viajero propone una forma experimental de narración que, en primer lugar, se esfuerza por reproducir escrupulosamente, a través de la escritura subjetiva, la forma en que cada persona afirma haber vivido los acontecimientos, para luego cruzar los testimonios y los informes periciales integrando todos los elementos disponibles con el fin de arroj